LA TENTACION DEL GASTO DEDUCIBLE
Daniel
Montes Delgado (*)
Todos conocemos a
personas que tienen una fijación con los gastos deducibles para su empresa. Son
aquellas que, vayan donde vayan y consuman lo que consuman, siempre piden
factura con el RUC de su negocio. Si todas las compras tuvieran relación con el
negocio, esta sería una sana costumbre, pero si ese no es el caso, puede
convertirse en una fuente de problemas y contingencias futuras. Vamos a
presentar una lista de cosas que las personas no deberían hacer en relación con
este tema, aprovechando casos trágicamente reales.
Uno: Mezclar los
gastos personales con los gastos de la empresa. El art. 44 de la Ley del
Impuesto a la Renta (IR) prohíbe deducir los gastos del empresario y de sus
familiares. Sin embargo, no es raro, por ejemplo, encontrar una factura que se
hace pasar por gastos de útiles de oficina, pero que combina, junto a papel
bond, folders y lapiceros, una caja de crayolas y láminas escolares.
Dos: Pasar como gasto
de representación cualquier cosa. Si vamos al cine y consumimos pollo broaster,
gaseosas y canchita, no tiene sentido pretender pasar esto como gasto de
representación, porque este último es uno que busca presentar una imagen de la
empresa frente a clientes y proveedores acorde a sus actividades. Salvo que su
idea de agasajar a sus clientes sea invitarles comida chatarra, no confunda las
cosas.
Tres: Simular gastos
extras para el personal. Los pedidos de delivery para la casa pueden parecer
una ocasión de pasar como gasto de la empresa la pizza o el pollo a la brasa,
pero cuidado. Si se justifica el supuesto gasto alegando horas extras y la
obligación de darle alimentación al personal que se quedó trabajando en el
local, sería bueno echarle una mirada al registro de asistencia. Una factura
por pizzas en un día en que todos salieron a la hora exacta, o peor aún, cuando
no se trabaja, no tiene sentido.
Cuatro: Viajar en
vacaciones por cuenta de la empresa. Conforme a la Ley del IR, los viajes deben
ser los indispensables, y eso debe acreditarse. Alegar un viaje de exploración
comercial, trayendo las facturas de alojamiento en resorts, tours, entradas a
museos y comidas en lugares turísticos, no tiene sentido. Como no lo tiene
sustentar el viaje a Miami alegando una feria comercial en Los Angeles, a 4000
km de distancia, por más que sea el mismo país.
Cinco: Pagarle la
educación a los familiares. Meter a los familiares en planilla y pagarles la
universidad o la maestría, sin que ellos hagan un trabajo efectivo, es una mala
idea. Primero porque la norma del IR exige generalidad en esta clase de gastos,
y segundo porque el trabajo debería dejar evidencias, que se las van a exigir.
Seis: Sacar préstamos para
uso personal. El dinero se rastrea fácilmente. Si la empresa saca un préstamo
bancario para darle el dinero a un socio o familiar, que desea comprar una casa
o un vehículo, no podría deducir los intereses pagados al banco, porque el
destino del dinero no tiene relación con la generación de rentas gravadas.
Siete: Decorar
virtualmente la oficina. Si acumulamos facturas de compras de cuadros, mesitas
de estilo, sofás caros, heladera de vinos, equipo de bar y numerosos adornos,
puede ser un gran problema explicar por qué la oficina del local comercial no
tiene la apariencia que debiera.
Ocho: Ponerle
teléfonos celulares a todo el mundo. No es raro que la empresa gestiones
celulares a sus empleados para aprovechar las redes de comunicación ilimitada,
pero si el pago del consumo por esos celulares se le descuenta a los
trabajadores, no tiene sentido que la empresa deduzca los recibos como gasto.
Aún así, esto es muy frecuente. Como lo es que la empresa deduzca el doble de
celulares que el número de sus trabajadores.
(*) Abogado PUCP, MBA
Centrum Católica. Montes Delgado – Abogados SAC.
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