jueves, 16 de enero de 2014

Necesidad de regulación del acoso laboral o "mobbing"

Columna “Derecho & Empresa”

MOBBING: ¿POR QUE LA HAN TOMADO CONMIGO?

Angelina Aguirre Navarro (*)

En una sociedad en la cual, por necesidad económica o por satisfacción personal, hombres y mujeres laboran en diversidad de actividades económicas, es imprescindible que en el lugar donde pasamos casi la tercera parte de nuestras vidas, la actividad y las relaciones con los compañeros de trabajo sean lo más equilibradas posible.  Sin embargo, las manifestaciones de violencia han ido aumentando de manera progresiva y alarmante en el escenario laboral, por lo cual en la actualidad esta situación se ha llegado a catalogar como la nueva epidemia laboral que atenta contra la integridad del trabajador: el “mobbing” o acoso laboral.

Veamos un ejemplo: En la empresa “A” trabaja Jorge como empleado en el área de almacén. En el último año ha sido considerado el colaborador más empeñoso y eficiente por su buen desempeño y calidad profesional. Sin embargo, su jefe inmediato siempre trata de hacerlo quedar mal, no le provee con el material necesario, nunca le informa las indicaciones de la Jefatura, no lo rota de horarios pese a que todo el personal rota y siempre le manda a hacer las tareas más difíciles… Sus compañeros piensan que el objetivo de este jefe es “aburrirlo” y obligarlo a renunciar.

Así, el mobbing o acoso laboral  se produce cuando los trabajadores son víctimas de violencia psicológica injustificada y sistemática (al menos una vez por semana), durante un tiempo prolongado (6 meses), manifestándose a través de actos negativos y hostiles en el trabajo (como gritos, insultos, humillaciones, asignación de tareas en un plazo de imposible cumplimiento, etc.), por parte de sus compañeros, subalternos o superiores.

El acosador siente envidia hacia la víctima, lo considera una molestia o amenaza por lo que decide él solo, o con ayuda de sus compañeros, fastidiarle la vida o falsear su reputación frente a terceros o a través de actos reservados para evitar ser descubierto. El acosado no es precisamente el incompetente. Al incompetente no se le acosa, ya que por sí mismo gana su mala reputación. Se acosa a la persona dedicada y trabajadora, capaz, creativa y de buen rendimiento laboral. Trabajadores ingenuos o de buena fe que no saben hacer frente desde el principio a aquellos que pretenden manipularlos o perjudicarlos.

Como consecuencia la salud social de la víctima se ve profundamente afectada, pues distorsiona las interacciones que tiene con otras personas e interfiere en su vida normal y productiva: siente que es incapaz de controlar su entorno laboral; siente miedo, ansiedad, impotencia, frustración, apatía, cuadros depresivos, aislamiento, e incluso puede optar por renunciar al centro de labores.

Nuestro país, a diferencia de otras legislaciones como las europeas, no cuenta actualmente con una legislación referente al mobbing; pese a que en la Administración Pública se establece una prohibición para el servidor público de ejercer presiones, amenazas o acoso sexual contra otros servidores públicos o subordinados que puedan afectar la dignidad de la persona o inducir a la realización de acciones dolosas (artículo 8 del capítulo III del Código de Ética de la Función Publica - Ley Nº 27815).

A fin de tutelar los derechos vulnerados de estas personas, es necesario el reconocimiento legal o convencional del mobbing como problema social en el ámbito laboral, así como la introducción de recursos institucionales o legales para hacerle frente. Además, es importante que las empresas propicien un buen ambiente de trabajo, realizando encuestas de clima laboral, de evaluación no solo de trabajadores sino de los jefes, de tal modo que se verifique que la labor asignada  se cumple adecuadamente, pero con las facilidades y medios necesarios.

El problema del acoso laboral es que se trata de una realidad que se está empezando a descubrir en los últimos años, además no hay estadísticas que ayuden a evidenciar dicho problema; uno de los motivos de esto es que a las Instituciones no les interesa que se hagan públicos estos casos o los profesionales muchas veces sienten vergüenza o temor a perder su puesto de trabajo. Por ello la mejor forma de detener el mobbing es enfrentarlo, de modo decidido y seguro desde el primer momento en que se tiene la certeza de la verdadera intención detrás de las acciones que generan hostigamiento e incomodidad.

(*)Universidad de Piura. Montes Delgado – Abogados SAC.

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