Columna “Derecho
& Empresa”
Síndrome de Burnout: ¿Estoy Quemado?
Angelina Aguirre Navarro (*)
En las sociedades contemporáneas, las
transformaciones sociales, económicas y tecnológicas generan un nuevo contexto
para las organizaciones laborales, lo
cual tiene importante repercusión en el sistema
de trabajo y muy particularmente en la forma de organizarlo, necesitando
una gran capacidad de adaptación de los trabajadores. Así, en el sector servicios se ha notado con mayor claridad las
consecuencias de estos cambios,
exacerbándose riesgos distintos a los tradicionalmente concebidos (riesgos
físicos, químicos y biológicos), incrementándose los de naturaleza psicosocial, uno de ellos, el Síndrome de Burnout.
El síndrome de Burnout es también
conocido como síndrome de desgaste profesional,
o del trabajador “quemado”. Este es un tipo de estrés laboral que se
produce como respuesta a presiones prolongadas , ante factores estresantes
emocionales e interpersonales
relacionados con el trabajo, lo cierto es que el Burnout es una condición que
llega a “quemar” o agotar totalmente a la
persona que lo sufre.
Es difícil establecer un listado
de causas, sin embargo se pueden
mencionar las actividades laborales que vinculan al trabajador y sus servicios directamente con
clientes. Esto no significa que no pueda
presentarse en otro tipo de labores, pero en general doctores, enfermeras, abogados, consultores,
trabajadores sociales, maestros, y otros
muchos oficios y profesiones similares tienen
mayor riesgo de desarrollar, con el tiempo, esta condición.
También contribuyen a este síndrome
los horarios de trabajo excesivos, altos niveles de exigencia y metas
imposibles, en aras de cumplir las labores asignadas o los objetivos irreales
impuestos, situaciones de incertidumbre o
sentimiento de falta de control; por ejemplo, mientras se ejecuta un proyecto dado o se trata de
mantener una relación comercial difícil
de forma sostenida, el miedo a la crítica o
a ser tratados como incompetentes.
En el entorno laboral, afecta la
calidad o productividad del trabajo,
actitud negativa hacia las personas a las que se les da servicio, deterioro de
las relaciones con compañeros, aumento
del absentismo, disminución del sentido de
realización, entre otros, hasta llegar a una desmotivación total por el
trabajo.
Así pues, para evitar el riesgo del
síndrome, es necesaria la capacitación
y comprensión de los empleadores. Además,
hace falta la revisión constante de los objetivos laborales, con el fin de determinar que estos sean realistas
y alcanzables por el personal, de la
mano de la revisión de los métodos para la
evaluación del desempeño, las descripciones de trabajo y las cargas de trabajo, de
preferencia haciendo partícipe al
trabajador. Del mismo modo, el establecimiento de mecanismos de contratación
que promuevan la seguridad laboral, fortalecimiento
de la claridad en las líneas de autoridad
y responsabilidad. Análisis de los niveles de estrés y carga mental de las tareas, así como de distribución de responsabilidad entre puestos de trabajo.
Esto es importante pues para empezar un
ambiente de trabajo saludable podría evitar riesgos ergonómicos tales como:
carga mental, fatiga, cansancio habitual, padecimientos a nivel psicológico, físico, depresión, ansiedad,
irritabilidad y dificultad de concentración, insomnio, deterioro
cardiovascular, pérdida de peso, dolores musculares o migrañas; como factores
previos o concomitantes de propio síndrome de burnout, de los cuales el empleador
podría resultar responsable, conforme a las actuales norma sobre seguridad y
salud en el trabajo.
En este sentido, cabe señalar que
este síndrome no surge de pronto, avanza de manera progresiva y esto podría verse
reflejado en los exámenes médicos ocupacionales que el empleador deberá
realizar cada 2 años de manera obligatoria; o al inicio, durante y término de
la relación laboral dependiendo del riesgo de la actividad. Por tanto, las
capacitaciones diarias dentro de la jornada laboral son, además de
obligatorias, importantes para el desarrollo de las actividades, ya que no solo
concientizan a los trabajadores sobre sus puestos de trabajo y los capacitan a
cerca de los riesgos a los que se encuentran expuestos, sino también estimulan
la actitud positiva del trabajador hacia el trabajo.
(*) Universidad de Piura. Montes
Delgado – Abogados SAC.
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