Columna
“Derecho & Empresa”
SI NO PUEDES
CON LAS TRANQUERAS Y REJAS, SACALES PROVECHO
Daniel Montes
Delgado (*)
El 05 de noviembre se ha publicado el Decreto de Alcaldía 012-2015-MPT
de la ciudad de Trujillo, por el cual se “reglamenta” la autorización de
elementos de seguridad (léase “tranqueras” o “rejas”) en las vías públicas, que
es una forma de legalizar la mala costumbre de muchos vecinos de diversas zonas
de la ciudad (y en todo el país), de modo que no se permita el paso de
vehículos desde las 19:00 horas hasta las 07:00 horas del día siguiente.
¿Qué requisitos exige el municipio para esto? Una solicitud, por
supuesto, firmada en teoría por el representante de la organización vecinal de
la zona en cuestión, debidamente reconocida por el municipio (otro trámite, y
en consecuencia otro cobro más); los detalles técnicos del diseño y materiales
de la tranquera o reja (seguramente solo servirá para tratar de que no se vean
tan feas las construcciones, sin mucho éxito); una “demostración objetiva de
las medidas para el funcionamiento y operatividad de los elementos de seguridad”;
contar con la firma de al menos el 80% de los vecinos propietarios o residentes
de la zona a encerrar; y por supuesto el pago de un derecho para la bendita
autorización.
Esto representa dos cosas: primero, una claudicación final en
cuanto a las labores de seguridad ciudadana de parte del municipio, que
prefiere dejar que los vecinos se encierren con rejas a cada cuadra, y segundo,
un aprovechamiento de ese mismo abandono de parte de la autoridad, que ahora va
a cobrar a los vecinos cada año (la autorización es anual) por defenderse como
mejor puedan de la delincuencia.
Es evidente que se avecina una proliferación aún mayor de estas
tranqueras y rejas en toda la ciudad, que no funcionan como debieran. Si ahora
los vecinos no contratan al personal necesario para mantenerlas abiertas, es de
esperar que tampoco lo harán ahora, ni siquiera porque se haya previsto una
sanción por ello. Eso de la demostración objetiva de las medidas para el
adecuado funcionamiento no deja de ser lo que se llama un “saludo a la bandera”,
puesto que ya sabemos que el papel aguanta todo y las promesas de contar con
personal de vigilancia formal se las llevará el viento.
De otro lado, el municipio no ha tenido en cuenta en absoluto a
los otros interesados en el tema: las personas que circulan (o tratan de
circular) por las calles de la ciudad, en lo posible sin obstáculos. El derecho
al libre tránsito de estas personas ha terminado de ser pisoteado por la propia
autoridad, que prefiere obtener rentas de este asunto antes que hacer su
trabajo y brindar verdadera seguridad a los vecinos.
No nos extrañaría que luego de esto el municipio también quiera
cobrar por autorizar rejas en los parques (que las hay y muchas), rejas en las
ventanas y puertas, cercos eléctricos, puntas de fierro, barrotes, sirenas de
emergencia y hasta por tener perros guardianes. Y tampoco creemos que el municipio
vaya a dedicar una fuerza especial de serenazgo para controlar que las benditas
tranqueras y rejas funcionen como es debido, primero porque nunca lo ha hecho
cuando eran menos, y segundo porque encima eso sería la demostración más
palpable de que la autoridad no sabe en qué gastar el dinero de los ciudadanos.
En suma, esto es una demostración de la pésima forma en que las autoridades
locales perciben la seguridad ciudadana, el desprecio que tienen por los
derechos de los demás y su afán recaudatorio sin responsabilidad en el gasto.
En buena cuenta, una demostración de lo que no es gobernar. Lástima que tengamos
tantas de estas demostraciones en nuestro país.
(*) Abogado PUCP, MBA Centrum Católica. Montes Delgado – Abogados
SAC.
No hay comentarios:
Publicar un comentario