lunes, 9 de noviembre de 2015

Libre tránsito y autorización municipal para tranqueras en las calles


Columna “Derecho & Empresa”



SI NO PUEDES CON LAS TRANQUERAS Y REJAS, SACALES PROVECHO



Daniel Montes Delgado (*)



El 05 de noviembre se ha publicado el Decreto de Alcaldía 012-2015-MPT de la ciudad de Trujillo, por el cual se “reglamenta” la autorización de elementos de seguridad (léase “tranqueras” o “rejas”) en las vías públicas, que es una forma de legalizar la mala costumbre de muchos vecinos de diversas zonas de la ciudad (y en todo el país), de modo que no se permita el paso de vehículos desde las 19:00 horas hasta las 07:00 horas del día siguiente.



¿Qué requisitos exige el municipio para esto? Una solicitud, por supuesto, firmada en teoría por el representante de la organización vecinal de la zona en cuestión, debidamente reconocida por el municipio (otro trámite, y en consecuencia otro cobro más); los detalles técnicos del diseño y materiales de la tranquera o reja (seguramente solo servirá para tratar de que no se vean tan feas las construcciones, sin mucho éxito); una “demostración objetiva de las medidas para el funcionamiento y operatividad de los elementos de seguridad”; contar con la firma de al menos el 80% de los vecinos propietarios o residentes de la zona a encerrar; y por supuesto el pago de un derecho para la bendita autorización.



Esto representa dos cosas: primero, una claudicación final en cuanto a las labores de seguridad ciudadana de parte del municipio, que prefiere dejar que los vecinos se encierren con rejas a cada cuadra, y segundo, un aprovechamiento de ese mismo abandono de parte de la autoridad, que ahora va a cobrar a los vecinos cada año (la autorización es anual) por defenderse como mejor puedan de la delincuencia.



Es evidente que se avecina una proliferación aún mayor de estas tranqueras y rejas en toda la ciudad, que no funcionan como debieran. Si ahora los vecinos no contratan al personal necesario para mantenerlas abiertas, es de esperar que tampoco lo harán ahora, ni siquiera porque se haya previsto una sanción por ello. Eso de la demostración objetiva de las medidas para el adecuado funcionamiento no deja de ser lo que se llama un “saludo a la bandera”, puesto que ya sabemos que el papel aguanta todo y las promesas de contar con personal de vigilancia formal se las llevará el viento.



De otro lado, el municipio no ha tenido en cuenta en absoluto a los otros interesados en el tema: las personas que circulan (o tratan de circular) por las calles de la ciudad, en lo posible sin obstáculos. El derecho al libre tránsito de estas personas ha terminado de ser pisoteado por la propia autoridad, que prefiere obtener rentas de este asunto antes que hacer su trabajo y brindar verdadera seguridad a los vecinos.



No nos extrañaría que luego de esto el municipio también quiera cobrar por autorizar rejas en los parques (que las hay y muchas), rejas en las ventanas y puertas, cercos eléctricos, puntas de fierro, barrotes, sirenas de emergencia y hasta por tener perros guardianes. Y tampoco creemos que el municipio vaya a dedicar una fuerza especial de serenazgo para controlar que las benditas tranqueras y rejas funcionen como es debido, primero porque nunca lo ha hecho cuando eran menos, y segundo porque encima eso sería la demostración más palpable de que la autoridad no sabe en qué gastar el dinero de los ciudadanos.



En suma, esto es una demostración de la pésima forma en que las autoridades locales perciben la seguridad ciudadana, el desprecio que tienen por los derechos de los demás y su afán recaudatorio sin responsabilidad en el gasto. En buena cuenta, una demostración de lo que no es gobernar. Lástima que tengamos tantas de estas demostraciones en nuestro país.



(*) Abogado PUCP, MBA Centrum Católica. Montes Delgado – Abogados SAC.

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