viernes, 27 de noviembre de 2015

Declaración como patrimonio cultural de la nación y limitaciones a la propiedad

Columna “Derecho & Empresa”

PICANTERIAS Y CHICHERIAS: PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACION, PERO ¿LES CONVIENE?

Daniel Montes Delgado (*)

El 19 de noviembre se ha publicado la Resolución Viceministerial N° 159-2015-VMPCIC-MC, que declara Patrimonio Cultural de la Nación a los “espacios culturales de la Picantería y de la Chichería Piurana”. La resolución se sustenta en un informe del propio ministerio, que resume muy bien y del cual se pueden aprender muchas cosas interesantes y positivas sobre la cultura regional, sin duda. Pero nos asalta la duda de si el ministerio sabe realmente lo que está haciendo. A propósito, ha hecho lo mismo con las picanterías y chicherías de Lambayeque, Cusco, Tumbes y La Libertad, mediante otras tantas resoluciones.

El patrimonio cultural puede ser material o inmaterial, siendo los “espacios culturales” los mencionados en el art. 86 del D.S. 011-2006-ED, Reglamento de la Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación (Ley 28296). Aunque son los bienes materiales integrantes del patrimonio cultural los que más restricciones a la propiedad sufren, los bienes inmateriales pueden tener también problemas, al menos si no están bien definidos. En primer lugar, ahora que las picanterías y chicherías han sido declaradas patrimonio cultural, les alcanza la obligación de registrarse como tales, por lo que ya se puede anticipar que habrá discusiones entre las Direcciones Desconcentradas de Cultura con los propietarios de algunos locales que se resistirán a ser declarados picanterías o chicherías y someterse a las obligaciones y restricciones respectivas. ¿Qué grado de variación en cuanto a ubicación, construcción, decoración, utillaje, preparación de platos y bebidas, combinación con otros estilos de comida y bebida, etc., permitirá establecer cuáles son las picanterías y chicherías que serán patrimonio cultural y cuáles no? Nadie lo sabe, por supuesto, excepto los funcionarios encargados de dilucidar semejante misterio en cada región.

Por otro lado, ¿estarán obligados estos locales a participar de eventos, promociones, campañas y demás actividades que dicte la autoridad cultural, en relación con su calidad de patrimonio cultural? Pues sí, en principio, con el riesgo de que esas actividades sean las que les parezcan mejor a los funcionarios ya mencionados, y no a los propietarios o conductores de esos locales.

Algo más: no pocas picanterías y chicherías se ubican en terrenos de propiedad de terceros sin tener título alguno para ello, incluso enfrentan en algunos casos procesos de desalojo por precarios. ¿Podrán ahora los conductores de estos locales solicitar la ayuda del ministerio para no ser desalojados?

De otro lado, ¿hasta qué punto un local ya registrado ante el ministerio, puede introducir variaciones en los usos y costumbres vinculados a estos espacios culturales? Imaginamos que los funcionarios dirán que ninguno, por supuesto, porque todo lo que el ministerio declara como patrimonio lo pretende intocable e inmodificable, olvidando precisamente que la cultura es algo vivo.

En el caso de las picanterías y chicherías piuranas, por ejemplo, se les ha ligado en la resolución que comentamos, con los géneros musicales del tondero y la cumanana. ¿Se les prohibirá a estos locales emitir música de otros géneros, digamos un poco más cumbiamberos?

Creemos, como lo manifiestan otras personas también, que lo peor que puede hacerse con la cultura es pretender ponerla en un enlatado y conservarla sin cambio. Como eso es imposible, pero el legislador es terco, estas normas solo traerán problemas, que nadie ha pedido. No, nos equivocamos, sí hay alguien que ha pedido este absurdo: la Facultad de Turismo de la Universidad de San Martin de Porres, ante cuya solicitud se tramitó todo este desaguisado (ya que estamos en temas culinarios, valga el término). Nos preguntamos cuántas picanterías y chicherías se lo pidieron a su vez a esta casa de estudios, y si acaso las que lo hicieron sabían en qué se metían. Por eso dicen que de buenas intenciones está empedrado el infierno, sobretodo el infierno legislativo peruano.

(*) Abogado PUCP, MBA Centrum Católica. Montes Delgado – Abogados SAC.

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