DIVIDE
Y VENCERAS
Daniel
Montes Delgado (*)
La frase del título
parece ser la consigna en algunas de las fiscalizaciones de SUNAT a las
empresas por el Impuesto a la Renta (IR), a juzgar por la forma en que se
formulan algunos reparos. El caso es que el IR es un tributo cuya base
imponible es el resultado neto (ganancia) proveniente de las actividades
económicas desarrolladas en un ejercicio, para lo cual hay que tener en cuenta principalmente
cuatro conceptos: ingresos, costos, gastos y renta neta, que empezando desde
los ingresos y tras restar los costos y gastos, determinan el resultado a
gravar con el impuesto (renta neta).
Costos y gastos
contribuyen a formar el resultado, pero ¿pueden fiscalizarse por separado? La
nueva facultad de SUNAT para realizar fiscalizaciones parciales, en efecto,
genera la posibilidad de que una empresa sea revisada solo en sus costos, o
solo en sus gastos, pese a que ambos conceptos pueden afectarse uno al otro.
Esto ya es un problema bastante grande, pero resulta que ahora, incluso dentro
de un procedimiento de fiscalización integral, que abarca tanto los costos como
los gastos, SUNAT pretende realizar reparos a los costos con prescindencia de
los gastos, en aquellos casos en que un costo ha sido considerado como gasto
por la empresa, o viceversa.
Veamos un ejemplo.
Supongamos que los ingresos contabilizados son como 1000, los costos como 600 y
los gastos como 300, con lo cual la renta neta es de 100, conforme a la cual se
ha declarado el IR. Pero, dentro de este esquema, se podría discutir si una
cantidad de 100 no debieron ser costo, sino gasto, debido a cualquier problema
de interpretación de las normas contables. Matemáticamente, esa discusión no
tiene mayor relevancia, puesto que siendo costo o gasto, la suma igualmente es
deducible y por lo tanto la renta neta será la misma, siempre que un gasto
pasado como costo corresponda al mismo ejercicio, es decir, que no haya
problemas de asignación a un período o a otro. En este caso, si la empresa es
fiscalizada, se podría esperar que, por mucho que el auditor reformulara los
costos y gastos, el resultado seguirá igual.
Pero lo que estamos
apreciando en varios casos es que SUNAT no hace lo que el sentido común indica,
sino que hace lo siguiente, siguiendo el ejemplo: determina los costos como
debieron ser, de acuerdo con su interpretación de las normas contables (que
puede ser la correcta, por supuesto), obteniendo un costo de solo 500 porque
hay 100 que en realidad son gasto. Lo lógico sería que, pasando a analizar los
gastos, el auditor también los reformulara, sumándoles los 100 que no eran
costo. Pero no ocurre esto, sino que se va a quedar con la diferencia de 100 en
los costos y formulará su reparo solo por ese concepto, con lo cual realizará
su determinación sumando esos 100 a la renta neta, ignorando los gastos. Así,
en el ejemplo, la renta neta pasa de 100 a 200, con una consecuente y aparente
omisión en el pago del IR.
En nuestra opinión, el
hecho de que pueda discutirse la corrección de los criterios contables aplicados
por la empresa en cuanto a la distinción entre costos y gastos, no impide que
esa empresa pueda deducir tanto unos como otros para efectos tributarios,
habida cuenta que el objetivo de la fiscalización no es juzgar la corrección de
la contabilidad, sino averiguar si el impuesto se ha pagado debidamente.
Determinar diferencias artificiales, tratando de usar la información contable
del contribuyente en su contra, no cumple con ese objetivo, sino que disfraza
un mero afán recaudatorio, algo que tiene que cambiar.
(*) Abogado PUCP, MBA
Centrum Católica. Montes Delgado – Abogados SAC.
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