CAMPAÑA:
“DÉJAME ENTRAR AL BAÑO” (PERO GRATIS)
Sulay
Castillo Farfán (*)
“¿Señora, señorita, disculpe, me presta su bañito?” Son frases comunes de
los consumidores que tras horas de pasear, recorrer, mirar productos, comprar, y
recibir algún servicio, hacen a su proveedor (tiendas y centros comerciales, supermercados,
empresas de transportes, cafés, snacks, etc.) ante la necesidad de dar
satisfacción a una necesidad fisiológica impostergable.
Pero ¿qué ocurre en el pensamiento de estos proveedores cuando ordenan a
sus trabajadores colocar un aviso que diga “estimado
cliente, por el momento nuestros servicios higiénicos se encuentran en
reparación”, o bien que contraten a un personal que se encargue del cobro
monetario por el uso de los servicios higiénicos (con tarifas que cambian de
acuerdo a la necesidad a satisfacer), o lo que es peor, informen que no tienen
servicios higiénicos para los consumidores ya que solo cuentan con estos
servicios para uso exclusivo del personal de su empresa?
En los últimos años, nuestro país es protagonista de un notable
crecimiento empresarial, en que diversos establecimientos privados abren sus
puertas al público en general con la finalidad de promocionar, vender productos
y brindar servicios según las necesidades del mercado, tratando de ganarse un
lugar en él. Tal es así que, por ejemplo, los “malls” son una propuesta de
centro comercial en gran magnitud en el que las personas van a pasear, a
reunirse con amigos, comer, consumir, a ver una pelicular, comprar, etc., todo
en un mismo lugar, lográndose no solo captar la atención de los consumidores, y
su deseo de adquisición, sino que además, esta se mantiene por un tiempo
prolongado (horas de horas). No obstante, estos empresarios han dejado de lado
una importante contingencia que deben asumir: el uso de los servicios
higiénicos.
Ante este problema, ya no solo basta con la existencia de una normativa (Reglamento
Nacional de Edificaciones, RNE) que obliga a todo establecimiento comercial
abierto al público a contar con los mencionados servicios, si no que éstos
efectivamente se encuentren en condiciones óptimas para su uso (tarea del Ministerio de Salud). Esto responde a que, en
la realidad, existen numerosas quejas de los consumidores por la falta de
prestación de servicios higiénicos en dichos locales de público concurrido, por
diversos motivos, entre ellos su onerosidad.
En este sentido, y reforzando el objetivo de la normatividad citada en el
párrafo anterior, la Asociación Peruana de
Consumidores y Usuarios, ASPEC, lanzó
desde el año 2012 una ingeniosa campaña,
denominada “Déjame entrar al baño”, la cual tuvo como objetivo principal poner
freno al cobro que se viene efectuando en algunos supermercados, tiendas, centros
comerciales, malls, universidades, empresas de transporte, restaurantes y hasta
hospitales, para que los consumidores puedan hacer uso de los servicios
higiénicos; dando como resultado el incremento de la conciencia sanitaria,
aunque a paso lento.
Sobre la gratuidad de los servicios, es cierto que ninguna norma dice que
deban ser gratuitos, pero este aspecto se tiene por sobreentendido -según Crisólogo Cáceres, presidente de ASPEC- por dos
razones: “La práctica a lo largo de varias décadas; y la impertinencia de
pretender que el concepto de la gratuidad sea incorporado a las
diversas normas legales que se expidan en relación a todos y cada uno de los
más disímiles negocios como restaurantes, hoteles, centros comerciales, etc.” y
agrega que basta con observar la realidad a nuestro alrededor para darse cuenta
que sin excepción, en algún momento, los consumidores necesitan acudir a los
servicios higiénicos. “Hay casos en que
la necesidad se torna tan apremiante que se llega al extremo no sólo de afectar
económicamente al consumidor sino, lo que es peor, de poner en riesgo su salud
y seguridad si no se le permite ingresar a los baños. Resulta inaceptable que
el hecho de no contar con dinero –por el que, dicho sea de paso, no se entrega
comprobante de pago- se constituya en motivo para poner en peligro a los
consumidores”
En nuestra opinión, si bien el giro principal de estos establecimientos
no es precisamente la prestación de servicios higiénicos, pero estos se ven
involucrados como prestaciones accesorias, resulta absurdo el cobro por un
servicio, que bien aprovechado puede resultar una fuente de atracción de más
clientela, ya que los visitantes pueden permanecer mucho más tiempo en dichos centros,
aumentando las posibilidades de consumo.
(*) Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo. Montes Delgado –
Abogados SAC.
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