MOBBING: ¿POR QUE LA HAN TOMADO CONMIGO?
Angelina Aguirre Navarro (*)
En una sociedad en la cual, por necesidad económica o por
satisfacción personal, hombres y mujeres laboran en diversidad de actividades
económicas, es imprescindible que en el lugar donde pasamos casi la tercera
parte de nuestras vidas, la actividad y las relaciones con los compañeros de
trabajo sean lo más equilibradas posible. Sin embargo, las manifestaciones de violencia han
ido aumentando de manera progresiva y alarmante en el escenario laboral, por lo
cual en la actualidad esta situación se ha llegado a catalogar como la nueva
epidemia laboral que atenta contra la integridad del trabajador: el “mobbing” o
acoso laboral.
Veamos un ejemplo: En la empresa “A” trabaja Jorge como empleado en
el área de almacén. En el último año ha sido considerado el colaborador más
empeñoso y eficiente por su buen desempeño y calidad profesional. Sin embargo,
su jefe inmediato siempre trata de hacerlo quedar mal, no le provee con el
material necesario, nunca le informa las indicaciones de la Jefatura, no lo
rota de horarios pese a que todo el personal rota y siempre le manda a hacer
las tareas más difíciles… Sus compañeros piensan que el objetivo de este jefe
es “aburrirlo” y obligarlo a renunciar.
Así, el mobbing o acoso laboral se produce cuando los trabajadores son
víctimas de violencia psicológica injustificada y sistemática (al menos una vez
por semana), durante un tiempo prolongado (6 meses), manifestándose a través de
actos negativos y hostiles en el trabajo (como gritos, insultos, humillaciones,
asignación de tareas en un plazo de imposible cumplimiento, etc.), por parte de
sus compañeros, subalternos o superiores.
El acosador siente envidia
hacia la víctima, lo considera una molestia o amenaza por lo que decide él solo,
o con ayuda de sus compañeros, fastidiarle la vida o falsear su reputación
frente a terceros o a través de actos reservados para evitar ser descubierto. El acosado no es precisamente el
incompetente. Al incompetente no se le acosa, ya que por sí mismo gana su mala
reputación. Se acosa a la persona dedicada y trabajadora, capaz, creativa y de
buen rendimiento laboral. Trabajadores ingenuos o de buena fe que no saben
hacer frente desde el principio a aquellos que pretenden manipularlos o
perjudicarlos.
Como consecuencia la salud social de la víctima
se ve profundamente afectada, pues distorsiona las interacciones que tiene con
otras personas e interfiere en su vida normal y productiva: siente que es
incapaz de controlar su entorno laboral; siente miedo, ansiedad, impotencia,
frustración, apatía, cuadros depresivos, aislamiento, e incluso puede optar por
renunciar al centro de labores.
Nuestro país, a diferencia de otras
legislaciones como las europeas, no cuenta actualmente con una legislación
referente al mobbing; pese a que en la Administración Pública se establece una
prohibición para el servidor público de ejercer presiones, amenazas o acoso
sexual contra otros servidores públicos o subordinados que puedan afectar la
dignidad de la persona o inducir a la realización de acciones dolosas (artículo
8 del capítulo III del Código de Ética de la Función Publica - Ley Nº 27815).
A fin de tutelar los derechos vulnerados de
estas personas, es necesario el reconocimiento legal o convencional del mobbing
como problema social en el ámbito laboral, así como la introducción de recursos
institucionales o legales para hacerle frente. Además, es importante que las
empresas propicien un buen ambiente
de trabajo, realizando encuestas de clima laboral, de evaluación no solo de
trabajadores sino de los jefes, de tal modo que se verifique que la labor
asignada se cumple adecuadamente, pero
con las facilidades y medios necesarios.
El problema del acoso laboral es que se trata
de una realidad que se está empezando a descubrir en los últimos años, además no
hay estadísticas que ayuden a evidenciar dicho problema; uno de los motivos de esto
es que a las Instituciones no les interesa que se hagan públicos estos casos o los
profesionales muchas veces sienten vergüenza o temor a perder su puesto de
trabajo.
Por ello la mejor forma de detener el mobbing es enfrentarlo, de modo decidido
y seguro desde el primer momento en que se tiene la certeza de la verdadera
intención detrás de las acciones que generan hostigamiento e incomodidad.
(*)Universidad de Piura. Montes Delgado – Abogados SAC.
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