lunes, 6 de febrero de 2017

El escándalo en la municipalidad de Piura

EL PROBLEMA SON LAS PERSONAS

Daniel Montes Delgado (*)

Hemos asistido, una vez más, al destape de una aparente red de corrupción de funcionarios públicos, en esta ocasión precisamente en el Área de Fiscalización del Municipio Provincial de Piura, encargada de velar porque las regulaciones sobre transporte, funcionamiento de negocios y construcciones, entre otras, sean respetadas por los vecinos. Ya no sorprende tanto este tipo de casos, aunque siguen indignando; pero lamentablemente parece que cada vez nos afectaran menos, como si nuestra sociedad se estuviera curtiendo moralmente ante estas conductas.

Se ha dicho muchas cosas sobre este y otros casos, señalando diversas causas de estos males, desde la estructura de las entidades públicas, que favorecerían el delito al “poner al gato de despensero”, hasta una pretendida obligación de las máximas autoridades de vigilarlo absolutamente todo, lo cual es absurdo e impracticable. Sí es correcto separar funciones y tener doble control sobre ciertos temas, cuando ello es posible. Y los alcaldes y otras autoridades deben vigilar, a través de otros funcionarios, las actividades de los órganos de línea, de eso no cabe duda.

Pero, más allá de lo anterior, el problema principal de la lucha contra la corrupción siguen siendo las personas que elegimos como autoridades y las que estas últimas designan como funcionarios públicos. Con lo primero estamos al debe desde hace demasiado tiempo, siendo un mal generalizado el no contar con buenos candidatos. Y un buen candidato no es solo una buena persona, sino una que tenga la capacidad y el coraje de afrontar los problemas, además de la entereza moral para resistir ataques e intentos de corromperlo. Ser bueno no es garantía de saber o poder hacerlo todo, menos en política. Y de los candidatos corruptos no hace falta decir nada, son los que más abundan. Pero eso solo cambiará el día en que un número suficiente de personas honestas asuma el reto de entrar a las lides electorales con la intención de hacer una “política basada en valores” y no en demagogia y compra de voluntades.

Y ya puesta en su cargo la autoridad elegida, debe ser capaz de designar a sus funcionarios de confianza entre personas probas y capaces, además de vigilarlas adecuadamente y, llegado el caso de un indicio de corrupción, tener el valor de prescindir de esas personas si el cuidado del interés y los bienes públicos así lo amerita. Pero para eso hace falta además tener independencia y no deber favores a nadie. La ciudad de Piura parece adolecer de todo lo que mencionamos, por desgracia, pero esa situación ha de cambiar; depende de nosotros los ciudadanos, que también somos parte del problema, empezando por cada elección.


(*) Abogado PUCP, MBA Centrum Católica. Montes Delgado – Abogados SAC.

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