miércoles, 2 de enero de 2013

Feriados publicos, turismo y productividad


LA BUROCRACIA TAMBIEN SE ENAMORA

Daniel Montes Delgado (*)

Se acaba de promulgar el Decreto Supremo 123-2012-PCM, que contiene la lista de feriados del sector público para el año 2013. Estos feriados son de naturaleza “compensable”, que en buena cuenta es un eufemismo para designar los días que serán irremediablemente perdidos en términos de horas-hombre, puesto que la pretendida “recuperación” de horas nunca es tal y no reemplaza en casi ningún caso los días desperdiciados en perjuicio de los contribuyentes, administrados y particulares en general.

Pero además, hay cosas curiosas en este listado de feriados, como por ejemplo que se haya incluido el 12 y 13 de febrero, vísperas precisamente del “día del amor y la amistad”, que es el 14 de ese mes. El año pasado se declaró también feriados en esas fechas, alegando alguna fiesta religiosa. Esta vez el asunto es más directo, pareciendo simplemente que se trata de colocar algún feriado en el primer trimestre del año, que nunca solía tenerlos y había que esperar hasta Semana Santa para tener un fin de semana largo. Parece entonces que la intención es brindar un fin de semana largo al menos en el primer trimestre, porque los demás tienen dos cada uno (semana santa en abril, san pedro y san pablo en junio, fiestas patrias en julio, santa rosa en agosto, combate de Angamos en octubre y año nuevo en diciembre), sumando un total de siete fines de semana largos en el año para los empleados públicos.

Razones para esto se han esgrimido varias, siendo la más socorrida el aprovechamiento que harían los empleados públicos de esos fines de semana para practicar el turismo interno, de forma que se promueva esta actividad tan importante. La verdad, no creemos que esta razón tenga mucho peso hoy en día. Pensamos que en lugar de promover los viajes en unos pocos fines de semana, que ya de por sí son bastante congestionados con los turistas que no son empleados públicos, lo que suele ocasionar contratiempos en los viajeros por la congestión, podría programarse simplemente las vacaciones de los empleados públicos, como se hace en el sector privado, de modo que salga una parte proporcional de ellos en cada mes, o en algunos meses en particular, conforme lo decida cada entidad. Así, de paso, se promovería el turismo durante todo el año y no solo en siete feriados largos. De paso, hay que decir que la excesiva concentración de turistas en esos pocos feriados largos encarece los precios de los servicios, en perjuicio de todos los turistas, sean empleados públicos o no.

Volviendo a la “compensación” o “recuperación de horas”, como decimos, en realidad esta figura no suele funcionar y se pierde horas-hombre inútilmente, con el agravante que esas horas son pagadas por todos los contribuyentes, pues la planilla del Estado se financia con los impuestos que pagan los contribuyentes formales. Sería mejor que ese dinero se gastara para pagar horas y días efectivos de trabajo. La situación económica del país, aún reconociendo que nos falta más desarrollo económico, es innegable que mejora año a año, por lo que ya no se justifica tanto este tipo de medidas.

Mucho menos aún nos parece que a febrero, mes corto de por sí, se le quite dos días útiles más, coincidentemente con el día del amor y la amistad, que por mucho que sean sentimientos nobles y loables, deberían tener su propia promoción con el dinero de cada persona en particular y no con el de todos los contribuyentes. Especialmente cuando al país lo que le hace falta es más productividad.

(*) Abogado PUCP, MBA Centrum Católica. Montes Delgado  Abogados SAC.

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